lunes, marzo 28, 2011

Vargas Llosa habla sobre Faulkner

"Faulkner fue el primer escritor que leí con lápiz y papel a la mano"

En un breve extracto (1:22) del programa "Documentos " de RNE titulado "Mario Vargas Llosa, el Boom y la voluntad", el reciente premio Nobel comenta la gran influencia que la lectura de Faulkner ejerció sobre su obra, especialmente en lo relativo a la estructura y organización del tiempo narrativo. Escúchalo aquí

miércoles, marzo 23, 2011

La Parte I, escena a escena (2 de 2)

Escena 32. Quiero saber…
Escena 33. Los huesos salían de la zanja…
Escena 34. Entonces todos se pararon y estaba oscuro…
El recuerdo de los buitres en 1898 evoca en la mente de Benjy el día (escena 33) en que vio los huesos de Nancy, un animal doméstico, la noche de la muerte del señor Compson. La escena debe ser la de la muerte del señor Compson porque T.P. se olvida de coger un abrigo para Benjy, lo cual sería absurdo en junio, cuando sucede la muerte de Quentin. Cronológicamente, la única frase de la escena 33 debería se la última de la escena 34. Analizando este cambio aparentemente caprichoso, se observa la manera precisa en que Faulkner ordena su material, puesto que la mención de los buitres lleva a otra escena con buitres y sólo entonces la mente de Benjy recrea imaginariamente la primera parte de la escena. Una vez más, nótese que Faulkner no utiliza cursivas para advertirnos de un cambio temporal. En cambio, el recuerdo de los huesos de Nancy se mezcla con otro, que lleva a la memoria de un lamento, un incidente en el que Benjy es llevado fuera de la casa y observa los huesos de la zanja. Esta es también la última escena conectada con la muerte del señor Compson e, irónicamente, la que sucede en primer lugar.
Escena 35. Lo tenía cuando…
Escena 36. Crees que los buitres…
Desde la escena del buitre de 1912, la mente de Benjy vuelve a la mención de los buitres de 1898, con una breve interrupción (la escena 35) por parte de Luster en 1928. Aquí se terminan las escenas de muertes; ahora, para entender la técnica de Faulkner, el lector debería analizar su destreza para intercalar el recuerdo de los buitres y los lamentos en varias escenas, componiendo un gran cuadro de muerte, destrucción y decadencia. Nótese que Versh comenta que Jason será rico porque siempre tiene las manos en los bolsillos. Estos pequeños comentarios se convierten más tarde en motivos que sugieren el carácter del Jason adulto.
Escena 37. Cuando miramos alrededor…
Escena 38. Una serpiente salió…
Escena 39. No irás a empezar…
Escena 40. Nos detuvimos bajo un árbol…
Desde la escena 37, la mente de Benjy mezcla la zarzaparrilla de la noche de la noche de la boda de Caddy en 1910 con otro episodio conectado a la muerte de Damuddy en 1898. La imagen central de conexión es la de fisgar por la ventana para ver, bien el funeral o la boda. Esta imagen lleva a Benjy a combinar ambas escenas en su memoria.
Escena 41. Se están preparando para empezar…
Escena 42. No han empezado porque la orquesta…
La escena 41 empieza en cursiva y se refiere a la zarzaparrilla de la boda de Caddy. Aquí hay posibilidad de un error de Faulkner o sus editores, ya que toda la escena 41 debería estar en cursiva para volver a redonda en la escena 42. Nótese la falta de indicación de cambio temporal y el lector debe observar atentamente para detectarlo. La pista está en que Benjy recuerda que no han empezado la boda e inmediatamente su mente vuelve al tiempo en que no habían empezado el funeral.
Escena 43. Los vi…
Escena 44. Benjy, dijo Caddy, Benjy…
En la escena 43 Benjy vuelve a la boda y a la pérdida de su hermana Caddy. A lo largo de toda esta parte, Benjy relaciona a Caddy con el olor de los árboles. Significativamente, cuando Caddy usa perfume o cuando ha sido sexualmente promiscua, Benjy nota los cambios y reacciona comprobando que “ya no huele como los árboles”. Puede sentir, pero sólo lamentarse o quejarse, y en esta ocasión su lamento por Caddy anticipa la ruptura del orden al final de la novela. Benjy vuelve a la primera vez que Caddy no olía a árboles, porque se había puesto perfume, alrededor de las Navidades de 1905 porque Caddy tenía 14 años, y le da a Benjy estrellas brillantes para que juegue. A esta edad, Caddy todavía era virgen, y Faulkner subraya esta condición por el hecho de que puede corregir ese error quitándose el perfume en el cuarto de baño. En escenas posteriores, particularmente cuando Caddy pierde la virginidad, Benjy la empuja a lavarse en el baño. Todas estas secuencias de baño están conectadas con la escena del arroyo de 1898, cuando Caddy se mancha de barro, y también con la de la parte de Quentin cuando Caddy va al arroyo y se mete hasta las caderas en el agua justo después de perder la virginidad.
Escena 45. Vamos, ya…
Escena 46. El tío Maury estaba enfermo…
Escena 47. Tú, grandullón…
Ni la escena 45 (sólo un párrafo corto) ni la 46 contienen ninguna indicación de que hay un cambio de tiempo. La escena 45 está datada en 1908 porque se menciona la edad de Benjy. Su recuerdo del tío Maury le evoca un episodio anterior. La escena 46 es la última del Episodio Patterson. En las escenas 45, 46 y 47 Benji es acostado varias veces en el cuarto del tío Maury y Caddy huele como los árboles.
Escena 48. Miramos arriba en el árbol…
Escena 49. ¿A dónde quieres ir ahora…
Benjy recuerda cuando Caddy se subió a un árbol en 1898 para ver si el funeral de su abuela ya había empezado.
Escena 50. La cocina estaba oscura…
Escena 51. Luster volvió…
Escena 52. Estaba oscuro bajo los árboles…
Escena 53. Sal de ahí…
Escena 54. Ahora eran dos…
Algunos críticos sitúan la escena entre Caddy y Charlie en 1906, sin embargo, de algunas pistas en la parte de Quentin se deduce que su primer encuentro tuvo lugar cuando Quentin estaba en el Instituto, entre 1908 y 1909. Estas escenas muestran la técnica de Faulkner de permitir que los recuerdos del pasado afecten los actos del presente. Cuando recuerda a Caddy en el columpio, Benjy se dirige hacia él; en el pasado vio a Caddy besando a Charlie en el columpio y empezó a chillar. Al igual que en el episodio del perfume, Caddy lo resuelve todo lavando “su pecado”. Así, entendemos que todavía es virgen porque tan pronto como se ha lavado, vuelve a oler como los árboles.
Escena 55. Ya te he dicho…
Al recordar el episodio de Caddy y Charlie, Benjy camina hacia el columpio, donde la señorita Quentin y su novio repiten la misma escena. Las dos se muestran aquí por comparación. En ambas, Benjy sorprende a una pareja besándose. El de Charlie le parece a Benjy abiertamente hostil, y el del novio de Quentin, tranquilamente vicioso. Y mientras se enfada por encontrar a Caddy con un hombre, no parece importarle que la señorita Quentin haga lo mismo. En la escena de Caddy, la sigue a la cocina, donde se lava la boca. En contraste, la señorita Quentin va a la cocina sola a quejarse de Benjy. Esta escena también anticipa sucesos futuros ahora desconocidos. Conocemos al hombre de la corbata roja a quien Jason vio y siguió el día anterior (en la parte de Jason) y con el que se fuga la señorita Quentin. También sabemos que la señorita Quentin salta por la ventana por las noches para encontrarse con varios hombres. Uno de ellos se olvidó una caja de preservativos allí y Luster se la da a Benjy para que juegue.
Escena 56. No puede ser bueno…
Escena 57. Les oía…
Escena 58. Cómo salió…
Escena 59. Estaba abierto cuando…
Estas cuatro escenas están vinculadas por la verja y algunos hechos relacionados con ella. El deseo de Benjy de ir a la verja surge del hecho de que siempre esperaba allí a que Caddy volviera del colegio. A pesar de que Caddy ya no vive en casa, Benjy sigue saliendo a esperarla. Al pasar unas chicas, Benjy se acuerda más de Caddy e intenta decirles algo. Puesto que no puede hablar, sus esfuerzos sólo consiguen asustarlas. Una vez descubre que la puerta está abierta y persigue a las chicas, intentando decirles lo mucho que echa de menos a Caddy. Piensa que se cae por la colina, pero en realidad el padre de una de ellas se acerca y le golpea en la cabeza. El resultado de la conversación entre Jason y el señor Compson en la escena 58 es la decisión de castrar a Benjy, al pensar que podía sufrir necesidades sexuales que le llevaban a perseguir a las chicas, cuando lo único que quería era decirles cuánto echaba de menos a Caddy.
Escena 60. ¡Aquí, chiflado!, dijo Luster…
Benjy llora por el recuerdo de Caddy y de su castración. La ironía de Faulkner se muestra en el hecho de que, mientras Benjy recuerda su castración, Luster intenta vender una pelota de golf, y el jugador se la arrebata violentamente de la mano. Más tarde, cuando llama a su caddie, la desesperación de Benjy aumenta hasta exasperar a Luster.
Escena 61. Qué quieres coger…
Al final de la escena 60, Benjy y Luster están en la cocina, y el fuego le recuerda otro en 1900. Mientras que las escenas anteriores se han desarrollado prácticamente en su totalidad fuera de la casa, a partir de ahora tienen lugar dentro. En otras palabras, durante la primera parte, Benjy y Luster pasean por los campos, la puerta, el arroyo, el granero y la casa de Dilsey, y todos estos lugares disparan recuerdos anteriores. Ahora, sin embargo, Benjy está dentro de casa y sus recuerdos se mezclan con el fuego encendido en el hormo de la cocina o el espejo de la biblioteca.
Escena 62. ¿No te da vergüenza…
Escena 63. Oía el reloj…
Sólo podemos deducir que la escena 62 se sitúa en 1900 porque reproduce las imágenes de lluvia y fuego de otras en esa época, relativas al cambio de nombre de Benjy, de Maury a Benjamin.
Escena 64. Comí un poco de tarta…
Escena 65. Muy bien, dijo Dilsey…
Tras una escena breve en la cocina centrada en la tarta de cumpleaños de Benjy en 1928, su mente vuelve a la escena de la cocina de 1900, cuando le acababan de cambiar el nombre. En esta escena se observa que una de las principales características de Dilsey es su sencilla pero tenaz fe en la rectitud de las cosas. Su total convencimiento de que su nombre está escrito en el Libro da idea de la fortaleza de su fe. Incluso aunque no sabe leer, cree que cuando se lea su nombre, todo lo que tendrá que hacer es decir ¡Presente!

La Parte I, escena a escena (1 de 2)

Escena 2. Caddy me desenganchó…
En este párrafo saltamos abruptamente al pasado, al llamado “episodio Patterson”. Es imposible datarlo con exactitud, ya que no hay indicación de su cronología. Sin embargo, no es aventurado afirmar que Caddy y Benjy eran muy jóvenes. El examen detallado del salto temporal familiarizará al lector con la técnica de Faulkner. Cuando Luster ayuda a Benjy a pasar por la valla en 1928, su mente automáticamente vuelve a una escena anterior en la que sucedía lo mismo. Engancharse en un clavo cuando está con Luster le recuerda cuando 26 años antes le ocurrió lo mismo con Caddy. El tiempo, por supuesto, carece de sentido para Benjy, pasado y presente se mezclan en su mente. Muchas de las escenas del pasado que recuerda están relacionadas con su hermana Caddy, de una manera u otra. Nótese también que cuando hay un salto brusco en el tiempo, como en este pasaje, Faulkner con frecuencia dará al lector una señal escribiendo todo o parte de la escena en cursiva, o si una escena en el pasado está en cursiva, a menudo cambia a redonda para la siguiente escena en el presente.
Escena 3. “Hace demasiado frío”…
La mención del tiempo frío justo antes de Navidad lleva la mente de Benjy a una escena similar anterior. Todo el “Episodio Patterson” es el de menor importancia temática en la novela, y su función es contribuir a ambientar el mundo de los Compson. Por ejemplo, nótese cómo el tío Maury se congracia con su hermana la señora Compson; cómo todas sus acciones tienen una motivación egoísta (se bebe el licor del señor Compson, toma prestado dinero de la señora Compson, utiliza a sus hijos como intermediarios o alcahuetes). Este pasaje indica únicamente la falta total de moral en la familia Bascomb.
Escena 4. Por qué jimpla, dijo Luster…
Al final del pasaje anterior, alrededor de 1902, los recuerdos de Benjy de su hermana Caddy le provocan el llanto en el presente y Luster, su cuidador, no entiende su tristeza. En este corto pasaje, Faulkner introduce la idea de tranquilizar a Benjy con una flor, una imagen que contrasta con su esterilidad.
Escena 5. “Qué te pasa”…
Aquí se entiende porqué Benjy lloraba, Instintivamente sabía que era hora del regreso de Caddy de la escuela, y quería estar en la puerta del jardín cuando llegara. De hecho, debe verse esta escena como representativa de las numerosas ocasiones en que Benjy va a la puerta a esperar a Caddy, una acción significativa más tarde, cuando es acusado de atacar a unas jóvenes. Esta escena da igualmente datos acerca del carácter de la señora Compson. Su gimoteo es siempre el resultado de un suceso menor que ella toma como algo irritante. Su egoísmo se evidencia en su preocupación por que Benjy enferme cuando espera visita.
Escena 6. Es que no puede dejar de jimplar…
Una vez más, el recuerdo de Caddy induce a Benjy al lamento, lo que molesta a Luster. Ambos pasean por la finca de los Compson y algunos objetos le traen recuerdos a Benjy.
Escena 7. Ahora entre y estése quieto…
El lector descubre ahora un patrón narrativo. Las cosas que Benjy recuerda corresponden con las actividades durante el día en 1928. Estas escenas del inicio de esta parte son evocadas por Benjy porque Luster le lleva al mismo sitio donde ocurrieron. Por ejemplo, en la escena anterior de 1928 Luster le lleva al garaje de los carruajes, y Benjy recuerda cuando le llevaron en carruaje al cementerio. Por contraste, las escenas que Benjy recuerda sobre su cambio de nombre de Maury a Benjy ocurren al final de la parte porque Luster le lleva dentro de la casa, lo que le trae otros recuerdos.
Escena 8. Llorón, dijo Luster…
Escena 9. No saques las manos de los bolsillos…
Escena 10. El señor Patterson estaba cortando…
El granero le recuerda a Benjy la continuación de una escena anterior, cuando él y Caddy llevaban una carta del tío Maury a la señora Patterson. Este hecho le lleva a relacionarlo con otra ocasión en que él solo le llevó una carta a la señora Patterson unos meses más tarde, pero el Sr. Patterson la interceptó, poniendo fin así abruptamente al romance que mantenían su mujer y Maury Bascomb.
Escena 11. Por allí sólo hay casas…
Mientras Luster lleva a Benjy a la orilla del río, Faulkner nos prepara para el salto temporal más significativo de toda esta parte, que nos desvela la razón de ser de su viaje. En la parte tercera sabemos que Jason prefirió quemar dos entradas para el teatro la víspera antes que dárselas a Luster, quien busca ahora sus veinticinco centavos para poder asistir al espectáculo, que a su vez se convierte en un motivo dominante en el presente, ya que la señorita Quentin se relacionará más adelante con algunos de los artistas. También es importante el hecho de que se establece la edad de Benjy.
Escena 12. Y vino Roskus y dijo que…
Escena 13. Se había mojado
Para datar estas dos partes hay que considerar una vez más el salto temporal. La llegada al arroyo evoca escenas sucedidas en 1898, que son fáciles de situar porque los niños mencionan sus edades. Las escenas en el arroyo presentan simbólicamente la mayor parte de los temas de la novela, el destino y el carácter de los personajes en la vida posterior. En primer lugar, las acciones de Caddie son extremadamente significativas. El hecho de caer y ensuciarse la ropa sugiere simbólicamente su promiscuidad sexual posterior. Su descuido por su apariencia y su disposición a desnudarse delante de los negros se corresponden con su actitud desafiante del comportamiento en sociedad. En segundo lugar, Quentin es visto como la persona tranquila y taciturna más preocupada por lo que haga Caddy que por ella misma. Incluso en la niñez, intenta evitar que Caddy se ensucie. Cuando Quentin la abofetea y la derriba, podría entenderse que, simbólicamente, Quentin es parcialmente responsable del pecado de Caddy.
También se sugieren aspectos del carácter de Jason. Se le ve jugando solo en el arroyo. Su asilamiento adelanta su rechazo posterior de todos los lazos familiares y su desinterés por cualquier sentimiento familiar. Finamente, cuando Benjy ve que Caddy se ha llenado el trasero de barro, empieza a llorar. Básicamente, entonces, las características adultas de todos los niños Compson se sugieren aquí a pequeña escala: el trasero sucio de Caddy, la preocupación de Quentin por su comportamiento, el rechazo de Jason y su desinterés por la familia, y la capacidad de Benjy para intuir las desviaciones de las reglas.
Escena 14. Qué le pasa, dijo Luster…
A menudo los recuerdos de Benjy se interrumpen sólo por los comentarios de Luster en 1928. Esta escena es un buen ejemplo, ya que Benjy piensa sobre lo sucedido en el arroyo y Caddy le consuela cuando Luster le interrumpe para preguntarle por qué llora. Tan pronto como Luster se tranquiliza, los pensamientos de Benjy vuelven a la escena del arroyo, situada en 1898.
Se descubre en este momento que el señor Compson tuvo que vender los prados de Benjy para pagar el año de Quentin en Harvard, otro de los muchos datos que debemos dejar en suspenso hasta que se aclaren en un momento posterior de la novela.
Escena 15. Y vino Ruskus y dijo…
Nótese que las palabras iniciales de esta escena son casi idénticas a las de toda la escena 12, sólo que ahora está colocada en su lugar cronológico. Además, ilustra algunas características a pequeña escala que se convertirán en motivos dominantes más adelante. Primero, Caddy y Quentin están preocupados por si Jason se va a chivar. Aparentemente, Jason es diferente al resto de los niños incluso a esta edad temprana, y no se fían de él. Quentin está más preocupado por Jason que Caddy a pesar de que es ésta la que ha hecho la travesura. Quentin incluso llega a intentar sobornar a Jason para que no se chive. El posterior desinterés de Caddy por el juicio de su familiar sobre ella se adelanta aquí a través de su aversión por Jason y su pretendida indiferencia por el asunto. Una confusión posterior consiste en que Benjy es llamado Maury, y durante la primera lectura de la novela esto crea cierta dificultad, puesto que no nos enteramos del cambio de su nombre hasta más adelante.
Escena 16. Nos veremos en el teatro…
Escena 17. Si vamos despacio…
Una vez más, los pensamientos de Benjy, situados en el pasado, son interrumpidos momentáneamente por los comentarios de Luster; después, vuelven a la escena anterior, en la que se muestra una pequeña característica de Jason, caracterizado como el chico que camina con las manos en los bolsillos. Simbólicamente, este gesto sugiere la manía posterior de Jason por el dinero, sus diversos intentos de acumular y esconder sumas de dinero, y su extraña reserva.
Escena 18. Las vacas salieron corriendo…
T.P. y Benjy están borrachos en la boda de Caddy, y el primero, que nunca ha visto ni probado el champán, cree que están bebiendo zarzaparrilla. Esto, por supuesto, es absurdo, ya que incluso aunque no se explique con detalle, una familia aristocrática como los Compson nunca serviría un brebaje barato sin contenido alcohólico. La confusión, no obstante, concuerda con el tono cómico de las acciones descritas por Benjy.
Según la parte de Quentin, la boda de Caddy tiene lugar el 25 de abril de 1910. La forma de describir las imágenes mentales de Benjy borracho resulta sencillamente magistral. Como autor, Faulkner nunca se inmiscuye ni nos dice que Benjy está borracho, sólo deja que su extraña imaginería hable por sí misma.
Nótese también que ésta es la primera aparición de la boda e incluye un episodio que ocurre al final del día. Habrá otras escenas (cuatro, para ser exactos) de ese día porque será la última vez que Benjy estará cerca de Caddy, excepto una visita corta y secreta de ella tras el nacimiento de su hija.
La violencia de Quentin en esta escena recordaría más tarde al lector su sensibilidad atormentada, su obsesión por el destino de Caddy y su oposición a la boda. De momento, sin embargo, no es posible para el lector, en una primera lectura, explicar esta situación.
Escena 19. En lo alto de la colina…
Benjy recuerda cuando Versh le subía por la colina en la escena 18 y eso le lleva a cuando hizo lo mismo después de jugar en el arroyo. En esta escena se muestra la capacidad de Benjy para vislumbrar la muerte, que se manifiesta en sus lamentos. Aparece la cocinera Dilsey, personaje fuerte y admirable de la novela, la única persona que consigue cosas sin crear más problemas, que quiere a Benjy más que su propia madre.
Escena 20. El fuego estaba encendido…
Para datar esta escena como el día de la muerte del señor Compson en 1912 y no la de Quentin en 1910, tenemos la pequeña pista de que T.P. está sentado frente al fuego. En junio, el mes de la muerte de Quentin, no habría fuego. Sin embargo, abril en Missisipi (el mes de la muerte del señor Compson), a menudo se produce una temporada fría y hay que encender el fuego por las mañanas. De hecho, Faulkner usó esta idea de la Pascua fría en las cuatro partes de la novela, dándonos la clave para la datación.
Ésta y las siguientes son las escenas más complicadas y confusas de toda la primera parte. Todas tratan sobre la muerte evocada en la mente de Benjy por el recuerdo de la muerte de Damuddy en 1898. Así tenemos que las muertes de Quentin, el señor Compson y Roskus se yuxtaponen entre sí, como muy pocas pistas acerca de cuál se trata en cada escena. Este hecho implica la naturaleza abstracta de la muerte en la mente de Benjy. El concepto exige comprensión de principios abstractos, lo cual está fuera de su alcance. Por tanto, Faulkner yuxtapone escenas de muerte una sobre otra sin indicar cuál es recordada para reproducir la imposibilidad de distinguirlas por parte de Benjy.
Escena 21. Dilsey estaba cantando en la cocina…
El salto de escena no se indica tipográficamente, pero pasamos de la cabaña de Dilsey donde arde el fuego a la cocina de los Compson, de donde bajan T.P. y Benjy hacia el establo.
Escena 22. Aquí hay mucha mala suerte…
Esta escena es fácil de datar porque se dice que Benjy tiene quince años; por tanto, cronológicamente, esta escena tiene lugar la noche de la muerte de Quentin y la 21 ocurre a la mañana siguiente. La escena 22 es evocada por Benjy al recordar la queja de Roskus sobre la mala suerte de los Compson, lo que indica que los negros pensaban que una maldición pesaba sobre la familia. Los dos signos se refieren al nacimiento de un niño mentalmente incapacitado y al suicidio de Quentin. En estas escenas se evidencia la capacidad de Benjy para presentir la muerte incluso, como en este caso, el suicidio de Quentin, que ocurrió en Harvard.
Escena 23. Llévale y a Quentin…
Esta escena está vinculada al día de la muerte del señor Compson a causa de la presencia de Luster y la pequeña Quentin; además Roskus aparece físicamente incapacitado por su reúma.
Escena 24. Dilsey cantaba…
Una vez más, no hay indicación de salto temporal, pero esta breve escena empieza en la casa de los Compson y termina con T.P. llevando a Benjy a la cabaña de Dilsey a jugar con Quentin y Luster. Está relacionada cronológicamente con las escenas 20 y 23 y temáticamente con la 21 por el canto de Dilsey, y con todas ellas por el tema de la muerte.
Escena 25. Y tres, gracias a Dios…
Una vez más, sin aviso, la mente de Benjy salta a otra escena. En la 24, Dilsey estaba en la casa grande; ahora, está en la suya, desvistiendo a Benjy. Se sitúa en 1912 ya que Roskus se refiere a la muerte del señor Compson como el cumplimiento de la profecía que hizo dos años antes. Es también la primera vez que sabemos que el nombre de Caddy no debe ser pronunciado, al haberlo dispuesto así la señora Compson por haber deshonrado a la familia.
Escena 26. No puedes ir todavía…
Por la presencia de la pequeña Quentin, la escena ocurre una vez que el cadáver del señor Compson es trasladado en el coche fúnebre, bien en el día de su fallecimiento o pocos días después, en el funeral.
Escena 27. Vamos, dijo Luster…
Por primera vez desde la escena 16, los comentarios de Luster interrumpen los recuerdos de Benjy. En todas las escenas entre medias, Benjy aparentemente ha estado jugando en el arroyo.
Escena 28. Frony y T.P. jugábamos…
El deseo de jugar con las pelotas de golf le recuerda a Benjy cuando en 1898 jugaba con unas luciérnagas de T.P. De hecho, sin embargo, la escena está conectada temáticamente por el tema de la muerte. La mención del lamento hace referencia a una antigua costumbre negra de reunirse en la casa del muerto y gemir ritualmente ante su cadáver. Un funeral en una comunidad negra de Missisipi constituye un importante evento social al que acuden amigos y parientes de los alrededores trayendo toda clase de comidas. Frony cree que la misma costumbre se seguirá en la casa de los Compson, y quiere asistir al duelo oficial.
Escena 29. Lloraban en la casa de Dilsey…
Escena 30. ¡Oh!, dijo Caddy…
Escena 31. Dilsey gemía…
Las escenas 29 y 31 ocurren en la muerte de Roskus, el marido de Dilsey; sin embargo, no podemos datarlas, aunque sabemos que Roskus murió poco después que el señor Compson en 1912. Desde la muerte de Quentin en 1910 a la de su padre en 1912, el reumatismo de Roskus se agrava, por tanto no sería descabellado pensar que su muerte se produce al poco de la de su amo. No obstante, hay un problema en esta suposición. En la escena 31, Luster aparece como suficientemente mayor como para cuidar de “ellos”, presumiblemente de Benjy y la niña Quentin, lo que situaría la muerte de Roskus varios años después de la muerte del señor Compson. Esta diferencia sólo puede resolverse pensando que Faulkner se confundió en la escena 31 ya que el resto de indicaciones sugieren que las escenas 29 y 31 son la misma y están unidas por el lamento de Dilsey y el aullido del perro.

Parte I: Benjy

Como se dice en el encabezamiento, esta parte sucede en el presente, el 7 de abril de 1928, el sábado víspera del Domingo de Pascua (Faulkner se aseguró de que coincidiera con la fecha real de la Pascua de ese año). La datación es relativamente sencilla ya que cada escena se identifica por la presencia de Luster como cuidador de Benjy y por Luster buscando una moneda de 25 centavos por la finca de los Compson.
Es también el cumpleaños de Benjy, lo que tiene importancia simbólica. El mes de abril simboliza el crecimiento y la decadencia, la vida y la muerte. Es el mes en que Cristo fue crucificado, y el Sábado entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurección es, tradicionalmente, uno de los días más oscuros de la historia de la Cristiandad. Abril es también el mes en el que todo empieza a crecer de nuevo, el principio del ciclo de la vida. Así, Benjy se sitúa en medio del verdor y la fertilidad de abril, y su llanto se convierte en la desesperación por la tristeza silenciosa, representada por la muerte de Cristo. Las flores que tanto le gustan a Benjy contrastan con la fealdad de su apariencia. En este mes de renacimiento, sin embargo, Benjy es consciente sólo de la muerte, muchas de las cosas que recuerda están asociadas con funerales y fallecimientos.
La crítica ha caracterizado a menudo a Benjy como una figura de Cristo por su edad, treinta y tres años; Benjy ha sido castrado, lo que implica que el Cristo moderno es impotente contra el mal presente en el mundo moderno. Benjy también sufre como Cristo, pero su sufrimiento es inútil. No puede intervenir, como Cristo, porque es, según Faulkner, un tonto. El resultado de todas estas imágenes es la reducción de la figura de Cristo a un ser impotente, llorón e inconsciente que se preocupa sólo de su comodidad personal.
Esta parte está escrita como si viéramos los sucesos a través de los ojos de un niño-hombre de treinta y tres años. Puesto que Benjy es incapaz de pensar lógicamente, el capítulo es terriblemente confuso e ilógico. La mayor parte simplemente registra las impresiones sensoriales que es capaz de recordar. Cuando ve algo, como una valla, inmediatamente recuerda otro episodio en que ese mismo objeto estaba presente. A menudo hay un salto hacia atrás en el tiempo sin aviso alguno al espectador. A menudo, pero no siempre, el salto temporal se indica mediante el empleo de cursivas.
Puesto que esta parte está narrada por un retrasado mental que no puede comentar los hechos, es preciso analizar las imágenes que le afectan. Por ejemplo, cuando oye a los golfistas llamar a su caddie, la palabra le recuerda a su hermana Caddie, la persona a quien más quiere. La mención de su nombre le provoca el llanto. Además, los terrenos del campo de golf pertenecieron en su día a los Compson, y se hace referencia a menudo a ellos como “los prados de Benjy”. En 1909, el Sr. Compson vendió los terrenos para enviar a su hija Quentin a Harvard y para comprarse más bebida. Así que, en cierto sentido, Benjy echa de menos a su hermana Caddy y a sus prados.

El ruido y la furia: los personajes

Jason Compson III (? -1912). Patriarca de la familia Compson, bebedor nihilista (y alcohólico), cuyas opiniones han influenciado profundamente (y atormentado) a su hijo Quentin. El personaje está basado en el político del siglo XIX Jacob Thompson.
Caroline Bascomb Compson (?-1933). Esposa de Jason III, una hipocondríaca egocéntrica que aterroriza a sus hijos con su amor asfixiante.
Quentin Compson III (1891-1910). El mayor de los chicos Compson, apasionado y neurótico. Se suicida en el clímax de la influencia de la filosofía nihilista de su padre y de la promiscuidad sexual de su hermana. También es narrador de buena parte de ¡Absalón, Absalón!
Candace "Caddy" Compson (1892-?). La segunda de los chicos Compson, tenaz aunque cariñosa. La única de quien Benjy recibe afecto real y la mejor amiga de su hermano Quentin. De acuerdo con el testimonio de Faulkner, ella es la verdadera heroína de la novela. Caddy no tiene una voz propia, sin perjuicio de lo cual accedemos a ella a través de las emociones que sus hermanos desarrollan por ella, por lo que algunos críticos la ven como un catalizador. Faulkner elabora posteriormente en el apéndice una biografía suya con rasgos casi fantásticos, quizás la más novelesca de los personajes que dio vida (llega incluso a ser amante de un jerarca nazi).
Jason Compson IV (1894-?). El amargado y racista tercer chico Compson, trastornado por deudas de dinero y frustraciones sexuales. Trabaja en una tienda rural propiedad de un tipo llamado Earl y se convierte en cabeza de la “Casa Compson” en 1912, estuvo robando el dinero de su sobrina Quentin durante años.
Benjamin ("Benjy", nacido Maury) Compson (1895-?). El retrasado cuarto chico Compson, quien es fuente constante de vergüenza y aflicción para la familia, a excepción de Caddy quien es la única que lo ama genuinamente.
Quentin (Head) Compson. La hija de Caddy, quien va a vivir con los Compson cuando Jason deviene cabeza de la familia. Salvaje y promiscua, eventualmente, huye de casa. Frecuentemente es conocida como Quentin II por los lectores para distinguirla de su tío, en memoria del cual la bautizó su madre.
Maury Bascomp. Hermano de Caroline Compson y tío de los niños. Vive de gorra con los Compson y tiene un romance con su vecina la señora Patterson.
Damuddy. Abuela materna de los niños, muerta en 1898.
Dalton Ames. Joven a quien se atribuye el embarazo de Caddy. Ésta le rechaza después de que golpeara a su hermano Quentin en una pelea.
Sydney Herbert Head. Graduado en Harvard y banquero a quien Caddy conoce en French Lick, Indiana, y con quien se casa embarazada. Promete proporcionar a Jason Compson un trabajo. Al poco de la boda, se divorcia al descubrir que Quentin no es hija suya.
Dilsey Gibson (?). La cocinera matriarca de la familia de sirvientes, la que incluye a sus tres hijos Versh (varón), Frony (mujer), y T.P (varón) y a su nieto Luster (el hijo de Frony); quienes sirvieron de cuidadores de Maury/Benjamín (Benjy) a lo largo de su vida. Una observadora imparcial de la destrucción de la familia Compson.
Roskus Gibson. Esposo de Dilsey, padece reumatismo.

Un extraordinario rompecabezas

En El ruido y la furia, el pasado irrumpe frecuentemente en el presente de las mentes de los tres protagonistas que narran cada una de las partes de la novela. Esta intrusión no es inusual, nos ocurre a todos de vez en cuando. Por ejemplo, atendiendo una clase, haciendo la cama, caminando por la calle, de repente un recuerdo del día anterior, de hace un año o veinte años capta nuestra atención. Un sonido, una imagen, un sabor o un olor han disparado esa memoria, o simplemente ha surgido, una vez liberada. En la mayor parte de la novela de Faulkner, el pasado a menudo se cuela en el aquí y ahora, invadiendo los pensamientos del personaje sin previo aviso. Habitualmente los recuerdos surgen sin ajustarse a una secuencia cronológica. Un recuerdo de 1910 se cuela en el primer párrafo de una página y otro de 1898 en el tercero, mientras que los pensamientos del presente se colocan en el segundo. Pero incluso cuando domina el presente, surgen los giros de un pensamiento a otro sin relación. Así, los acontecimientos en la novela se convierten en piezas de un rompecabezas arrojadas sobre un tablero literario. Pero a medida que progresa, la información proporcionada va permitiendo al lector unir una pieza con otra hasta formar el cuadro impresionista de la decadencia y la caída de una familia sureña cuyas raíces alcanzan varias generaciones.

El ruido y la furia: un desafío literario colectivo

La cuarta novela de William Faulkner, publicada en 1929, narra la decadencia y destrucción final de un viejo linaje del tradicionalista sur de Estados Unidos, desde el punto de vista de los tres últimos sobrevivientes degenerados de la familia Compson, y de Dilsey, su sirvienta negra.
La primera sección es la relatada por Benjy, un débil mental para quien el mundo, su mundo, se basa más en percepciones que personas y objetos. La segunda sección corresponde a Quentin Compson, hermano de Benjy, poco antes de suicidarse en Harvard, Massachussets. La tercera parte es relatada por Jason, también hermano de los anteriores. La cuarta, según el propio Faulkner, es la única no narrada por un miembro del clan Compson, sino por él mismo. Esta última parte, sin embargo, está construida como un punto de vista de tercera persona focalizada en Dilsey, la sirviente negra de la familia Compson. Esta sección permite reordenar y dar sentido a las acciones y pensamientos de los demás personajes.
Esta estructura narrativa dota a la novela de una sensación polifónica, en la cual los hechos son presentados bajo el punto de vista de distintos narradores con su peculiar manera de ver los mismos hechos que se narran en el fondo.