En El ruido y la furia, el pasado irrumpe frecuentemente en el presente de las mentes de los tres protagonistas que narran cada una de las partes de la novela. Esta intrusión no es inusual, nos ocurre a todos de vez en cuando. Por ejemplo, atendiendo una clase, haciendo la cama, caminando por la calle, de repente un recuerdo del día anterior, de hace un año o veinte años capta nuestra atención. Un sonido, una imagen, un sabor o un olor han disparado esa memoria, o simplemente ha surgido, una vez liberada. En la mayor parte de la novela de Faulkner, el pasado a menudo se cuela en el aquí y ahora, invadiendo los pensamientos del personaje sin previo aviso. Habitualmente los recuerdos surgen sin ajustarse a una secuencia cronológica. Un recuerdo de 1910 se cuela en el primer párrafo de una página y otro de 1898 en el tercero, mientras que los pensamientos del presente se colocan en el segundo. Pero incluso cuando domina el presente, surgen los giros de un pensamiento a otro sin relación. Así, los acontecimientos en la novela se convierten en piezas de un rompecabezas arrojadas sobre un tablero literario. Pero a medida que progresa, la información proporcionada va permitiendo al lector unir una pieza con otra hasta formar el cuadro impresionista de la decadencia y la caída de una familia sureña cuyas raíces alcanzan varias generaciones.
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